domingo, 1 de mayo de 2011

Totus tuus!

Juan Pablo II ha sido declarado beato exactamente seis años y 29 días después de su muerte. Se trata de la beatificación más rápida de entre todos los tiempos de la historia moderna y habría que remontarse al menos 500 años para encontrar una beatificación que la supere.

Ratzinger destacó que con su testimonio de "fe, amor y de valor apóstolico, acompañado de una gran humanidad" Juan Pablo II ayudó a los cristianos de todo el mundo a no tener miedo de llamarse cristianos. "En una palabra: de hecho ayudó a no tener miedo de la verdad". Benedicto XVI recordó asimismo el importante papel que Karol Wojtyla jugó en la caída del comunismo. Benedicto XVI comenzó su discurso nucleándolo en torno a las bienaventuranzas, que son como la Constitución del Reino de Dios, glosando alguna de ellas. Por ejemplo, la que dice: "Dichosos los que crean sin haber visto".. Porque el papa Ratzinger quiere dejar bien claro que el acceso de Wojtyla a los altares no se debe a favor o privilegio alguno. Juan Pablo II es beato por su fe, "fuerte y generosa, apostólica", no por su carisma ni por sus viajes ni por sus muchas virtudes humanas. Por su fe y por su amor a María, expresado en su lema: "Totus tuus".




Un santo por los méritos de su fe y un Papa vinculado, por experiencia vital y por eclesiología, al Concilio Vaticano II. Benedicto XVI quiso echar por tierra, en su homilía en honor de su predecesor, el cliché extendido sobre la involución preconciliar a la que el Papa Wojtyla habría conducido a la Iglesia católica. No sólo no se opuso a él ni lo desactivo, sino que lo llevó a su culminación y hasta se acordó de él y dió gracias por él en su testamento.

Con el bagaje del Concilio, Wojtyla se convirtió, según Benedicto XVI, en una 'Roca' para la Iglesia, a la que lanzó hacia el futuro con su célebre grito: "Abrid las puertas a Cristo". Algo que, según Ratzinger, no sólo pidió a los demás, sino que lo cumplió él mismo, abriendo a Cristo "la sociedad, la cultura, los sistemas políticos y económicos". Con esa actitud recuperó el orgullo de ser católicos hoy. "Ayudó a los cristianos de todo el mundo a no tener miedo de llamarse cristianos".Para el Papa Ratzinger, Wojtyla consiguió quizás lo más difícil todavía al extraer del marxismo, que tan bien conocía, su "carga de esperanza", insuflarla a la Iglesia y catapultarla, así, con la fuerza de esa virtud energética, hacia el futuro.

Por último, el Papa no quiso esquivar los aspectos más personales e íntimos de su relación con su predecesor. En un gesto poco habitual en un Papa, Benedicto se confesó públicamente su amigo del alma. "Durante 23 años pude estar cerca de él y venerar cada vez más su persona". Desde este conocimiento, el Papa Ratzinger concluyó haciendo el retrato, somero pero profundo, de las virtudes de su predecesor: profundidad espiritual, capacidad de oración, testimonio en el sufrimiento y humildad. Por eso, concluyó: "¡Dichoso tú, amado Papa Juan Pablo, porque has creído! Te rogamos que continúes sosteniendo desde el Cielo la fe del Pueblo de Dios."

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